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Los italianos: Sin miedo a las emociones

emociones - Foto Copertina

Es un sábado de finales olímpicas y muchas emociones para los italianos. Apenas va amaneciendo aquí en México, cuando en la televisión pasan los últimos eventos de atletismo. La cámara sigue a nuestro representante Gimbo, que se prepara para su último salto. Al lado del atleta italiano un objeto inesperado: un compañero fiel, el yeso de su pie izquierdo que 5 años atrás lo obligó a renunciar a Río 2016. Se lee “Road to… Tokyo 2020”, actualizado con un “2021”, de un color rojo covid: un promemoria fuerte y contundente que ha acompañado a Gianmarco Tamberi en estos años de sufrimiento.

Gianmarco Tamberi Emociones
Gimbo con su bandera y su yeso en la mano… Foto de A. Mariniello

Solo falta él por saltar, este italiano medio raro que toca en un grupo de hard rock y ama el basket como o más que el atletismo. Los demás no han logrado rebasar los 2.39. Ni su gran amigo, y gran favorito, Mutaz Barshim que, como él, es el único sin errores al momento. La vara parece demasiado alta también para Gimbo: empieza su recorrido curvilíneo, despega, la tira y se levanta, con una cara mixta de adrenalina e incertidumbre. Entonces pasa algo que nunca había pasado en las olimpiadas en más de cien años. El Juez llama a los dos atletas y pregunta si quieren seguir con el desempate. “¿qué pasa si no seguimos?” pregunta el de Qatar. “Pues habría dos medallas de oro”, es la respuesta del juez. Para Gimbo y Mutaz no sirve ni un segundo para verse a los ojos, abrazarse y empezar a festejar.

“Two is better than one”

Two is better than one” dice sonriendo Barshim detrás de unos enormes lentes oscuros. Él ya está con su grupo de trabajo para festejar. Ellos lo abrazan como sobrino graduado “cum laude”, mientras Mutaz toma feliz la bandera de su País para dar el clásico “paseo de ganador”. Para Gianmarco el festejo es diferente: empieza a brincar, gritar, llorar, tirarse al piso. Está sin control. Todo el sufrimiento, la rabia, la impotencia de estos últimos cinco años se hacen presente en su consagración como campeón olímpico.

emociones - Abrazoam
El abrazo entre Tamberi y Barshim después del triunfo. Foto de A. Mariniello

Es el primer italiano en la historia en ganar una medalla de oro en el salto de altura, y el primero en el atletismo, en decidir compartirla. Su cuerpo no logra, tampoco lo quiere, contener tantas emociones. Y cuando parece apenas haber logrado calmarse un poco, llega corriendo entre sus brazos el compaisano Marcell Jacobbs, que dos segundos antes había sido el primer italiano en llegar, y ganar, la final de los 100 metros, la madre de todas las competencias. Las emociones se duplican, y los dos brincan incrédulos al centro de la pista como niños, envueltos en el tricolor, en una noche que quedará para siempre en la historia del deporte italiano.

Las emociones son universales

Sabemos que algunas emociones son universales y pertenecen a todas las culturas. Son las famosas “emociones primarias”: alegría, miedo, tristeza, rabia, sorpresa. Gimbo, en una maravillosa montaña rusa, ha logrado expresarlas todas en pocos segundos. Además del talento, Gianmarco Tamberi, en esa inolvidable noche, ha enseñado otra calidad que se reconoce universalmente a los italianos. La capacidad de enseñar, sin miedo, sus emociones. Si un italiano está alegre, triste o enojado, de algo debes estar seguro ¡te darás cuenta! No se si es algo bueno: la idea del italiano gritón, enojón, sin límites, fiestero y peleonero está ahí, en el imaginario colectivo de todo mundo.

Foto Tamberi Jacobbs
Tamberi felicita a Jacobbs, que apenas ha ganado los 100 metros. Foto de A. Mariniello

De algo estoy convencido: manejar positivamente las propias emociones desde siempre ha sido de mucha ayuda, en especial a nosotros italianos, para fomentar talento y resultados. En las artes, ese deseo de expresarse a veces sin control, ha producido, por ejemplo, un sin fin de obras de arte. Y si nos quedamos nada más en el deporte, las emociones elaboradas, que han seguido sobre todo momentos de desilusión, rabia y tristeza, se han traducido a menudo en un empuje fundamental para conseguir resultados resaltantes.

Las emociones ganan

Pensamos, por ejemplo, a la voluntad de rescatarse: La Italia campeón del mundo del fútbol de 1982 y de 2006 venía curiosamente (¿?) de dos escándalos de apuestas que habían dejado al fútbol muy mal a los ojos del mundo. Y la victoria reciente de la eurocopa vino después de una vergonzosa eliminación del último mundial. Esta capacidad de manejar las emociones para convertirlas en motivaciones ha impulsado a Gimbo y los futbolistas hacia un resultado histórico y que probablemente, en condiciones normales, nunca hubiera llegado. Así que sí se puede vivir sin miedo a las emociones. Al contrario. Quizás un día hasta te conviertas en campeón olímpico.

Foto de portada de A. Mariniello

Los italianos: Sin miedo a las emociones ultima modifica: 2021-08-05T09:00:00-05:00 da Antonio Mariniello

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Julieta B. Mollo
2 anni fa

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