Hacia el mes de mayo del año 2018, una mujer mexicana quitaba su filipina y se alistaba para empezar su viaje a Italia. Esta aventura la había planeado hace mucho tiempo, quería ver y abrazar a su pareja. La trayectoria era muy larga y ella nunca había viajado tan lejos, así que estaba muy nerviosa. Y en la primera escala de su viaje, su familia estaba esperándola para tranquilizarla y desearle una buena aventura.
Tuvo su primer inconveniente en el chequeo de abordaje de los viajeros internacionales, pero lo superó, quería este viaje, nada y nadie habría podido detenerla. Llamó a su pareja para avisarle: “ya estoy en el avión, todo salió bien, te llamo cuando llegue a Madrid.” Durante el vuelo intentó relajarse y descansar un poco. Todavía la adrenalina y la tensión no la dejaban reposar. Miles de pensamientos e incertidumbres pasaban por su cabeza.
Primera parte de su travesía
La parte más larga de su viaje se acabó, ya había cruzado el océano, solo una hora la dividía de su meta. Rápidamente pasó los controles, ahora debía encontrar la salida y esperar la llamada de su próximo vuelo, que la llevaría a Milán. Aprovechó ese tiempo para darle la noticia a su familia y amigas. Por fin llamó a su pareja y le dijo: ”ya estoy en España todo salió bien, estoy feliz, ahora no me dejes en el aeropuerto.” Este era su absurdo pensamiento, que desde días le ocupaba su mente. Finalmente, llegó el tiempo para su embarque, ya empezaba a estar cansada, el estrés del viaje y todas estas emociones le estaban acabando la fuerza. Todavía las ganas de ver a su compañero le daban la fuerza necesaria para afrontar esta última parte.
¡Logró llegar a Italia!
El avión aterrizó en el aeropuerto de Milán. Finalmente el proyecto, que tanto tiempo había planeado, se hace realidad. La felicidad, que probó en ese momento no se puede describir. Solo le faltaba aún unas formalidades para poder ver lo que hasta hora era solo virtual. Terminó los controles y se dirigió a tomar su gigantesca maleta. De repente, le surgió una duda, “como puedo bajar de la banda de entrega mi equipaje”. Afortunadamente, un pasajero del mismo vuelo la apoyó para bajar su maleta y pudo dirigirse a la salida. Su pareja afuera, la estaba esperando muy ansiosamente. Definitivamente, los abrazos y los besos que los dos se intercambiaron fueron de esos que te llenan el corazón de felicidad y los ojos de lágrimas. Habían pasado dos años de cuando se conocieron en el aeropuerto de la Ciudad de México.
Diferentes costumbres y medidas
Antes de salir del aeropuerto, fueron a tomarse un famoso expreso italiano. Sin duda para nuestra heroína tomar un café significaba sentarse y disfrutar de un vaso de café de medio litro comiendo un postre. Se quedó totalmente sorprendida cuando vió la pequeña taza acompañada solo de un pequeño vaso de agua. Pero mucho más, cuando vió a su pareja que literalmente tomó de un sorbo el café, sin sentarse. La costumbre en Italia es tomar el café expreso: fuerte, corto, caliente y servido a la barra. Saliendo del aeropuerto, se dió cuenta de otra diferencia entre Italia y México, sobre todo en el norte del país. El impacto que se esperaba a la salida del aeropuerto, era de calor y al contrario sintió frío. Para un italiano del norte, 25 grados en mayo es una temperatura caliente, mientras para ella, el calor empieza arriba de los 35 grados.
El viaje de Milán a Turín
Completamente felices siguiendo mirándose a los ojos y nunca soltándose de la mano, la pareja se dirigió a tomar el tren. La primeras cosas que notó, fueron: las calles pequeñas y demasiado tráfico en Milán. Lo segundo que le impresionó, fueron: el tren y la cantidad de gente que lo usaba. Mientras el tren corría a Turín, un cultivo de arroz impactó a la mexicana, nunca lo había visto antes. Para ella, nacida en la Colonia Roma de la Ciudad de México, es decir, en medio de una metrópoli y viviendo en Ciudad Juárez, o sea, en una ciudad con un clima muy seco, cerca del desierto del Samalayuca, ver estos extensos cultivos verdes y toda esta agua, era algo muy raro y fascinante. Los cultivos de arroz en zona del Piamonte, son muy extensos y particulares, quedan inundados casi todo el año.
Llegó a Turín, la primera etapa italiana de su largo viaje
Finalmente, llegó a la casa, que por algunos días será la base de su aventura turinese. Definitivamente estaba cansada y quería darse una ducha. Sorprendentemente, en el baño la esperaba algo más relajante, una maravillosa tina con agua caliente. Mientras la viajera se relajaba, su pareja calentaba algo para cenar, que ya había cocinado antes de ir al aeropuerto. Ya era tarde y mientras cenaban, platicaban de todo lo que debían hacer en estos días. Sin embargo, otra vez tuvieron la misma sensación de conocerse ya de mucho tiempo. Sin duda. habrían platicado por horas, pero ya era tarde y al día siguiente, tenían planeado ir a Nichelino, un pueblito donde vivían los papás de él.
Despertarse con un desayuno mexicano en Turín
Sin duda alguna, otra diferencia que resalta entre mexicanos e italianos, es el desayuno. Ya que en Italia, es costumbre desayunar solo un café acompañado de un pan dulce. Era totalmente diferente el desayuno que nuestra mexicana cocinó a su pareja.
Quería preparar algo típico, y se había llevado tortillas y mole desde México. Todavía necesitaba una pechuga de pollo y unos condimentos. En la noche, había visto un super mercado muy cerca, así que decidió aventurarse a hacer compras sola. Sin duda se quedó sorprendida de los precios y de la organización muy diferente. De regreso cocinó unas exquisitas enchiladas de mole. Esta vez fue él quien se quedó totalmente sorprendido.
Viaje a Nichelino
Nuestra viajera, todavía estaba muy ansiosa de conocer a los papás de su pareja. Llegaron a Nichelino y reconoció de inmediato la calle con los árboles. Sin duda, ella había visto esa calle en las muchas videollamadas que su pareja le hacía al pasear con su mamá. Llegaron a la casa y todos se presentaron. La mamá de él, quería enseñarle sus flores a ella, así que, la llevó a la terraza para enseñarle y explicarle, mientras el papá se dedicó a la elección de vinos. Todo salió maravillosamente.
Un almuerzo italiano
Empezaron a comer y como es de costumbre en Italia la comida fue de cuatro tiempos. Primero, la entrada, que era melón con jamón de Parma, dos sabores, totalmente diferentes de los acostumbrados. Como segundo plato, sirvieron una pasta a la Amatriciana, que le gustó muchísimo, sobre todo con el queso parmigiano encima. Tercero, siguió el plato fuerte que consistía en “scaloppine al limone”, una carne de res cortada muy delgadita pasada en harina y cocinada con mantequilla y limón, acompañada de espinacas. Finalmente, sirvieron fruta de estación: ciruelas, chabacanos, así como duraznos y cerezas, que dejaron, literalmente, sin palabras a la mexicana.
Andanza por el pueblito
Terminado de comer, los dos tomaron un café y salieron a pasear por el pueblito de Nichelino. Como primera etapa, fueron al mercado. Aquí, la mexicana quedó totalmente sorprendida al ver la cantidad de variedad de frutas y verduras que se podían encontrar. Lo que más la impactó, fueron los aromas que salían de estos frutos y verduras. Mientras paseaban comiéndose un exquisito helado, vieron la plaza central, la escuela y saludaron a unos amigos de su pareja. Finalmente, regresaron a casa porque quería probar una pizza casera hecha por su pareja. A la mañana siguiente, empezaría la visita de Turín, síguenos para descubrir que otra cosa impactó a nuestra viajera mexicana.
Imagen de portada: Avión que va de la Ciudad de México hacia Italia. Autor: Milani Massimiliano.
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