Chipilo de Francisco Javier Mina, es conocido simplemente como Chipilo. Esta pequeña ciudad está localizada a 12 kilómetros al sur de la Ciudad de Puebla, en los pies del volcán Cholulteca. Se encuentra en altiplano central de México, a 2.139 metros sobre el nivel del mar. Ocupa una parcela de 11 kilómetros cuadrados y actualmente tiene una población de 4.059 habitantes (INEGI 2020). El gentilicio de las personas originarias de esta ciudad es chipileño o chipileña.
Un idioma sin duda único y particular
Normalmente, los habitantes de Chipilo hablan el chipileño o itañol, que es un idioma muy particular. De hecho se trata de una variedad del idioma véneto arcaico, mezclado con el castellano. La unión de estas dos lenguas, confiere al chipileño un toque, absolutamente único. Sin embargo, este modismo no tiene reglas gramaticales escritas, por lo tanto se transmite de padres a hijos verbalmente.
A pesar de esta forma de traspaso, el chipileño se ha mantenido intacto en el tiempo. Los residentes de Chipilo, en realidad aprenden a hablar primero el chipileño, antes que aprender el español. Naturalmente, el chipileño es el idioma que escuchan y hablan en familia, y que se puede escuchar en la calle en la plática cotidiana.
Los italianos se motivaron a viajar al otro lado del océano
Probablemente la idea de cruzar el Atlántico e ir a México donde fundaron este pequeño poblado, nació en 1882 a causa de dos hechos históricos. En primer lugar, a consecuencia del desbordamiento del Río Po, en Italia, que arrasó la Región del Véneto y las ciudades cerca de su curso. Las personas que vivían cerca del río, tristemente perdieron todo: casas, ganado, cultivos.
En segundo lugar, por la oferta del Presidente mexicano, Porfirio Díaz. El Presidente prometió proveer terrenos y animales a agricultores del Mediterráneo. Claramente puso condiciones: primero que modernizaran el campo mexicano y segundo, que pagaran por las tierras ofrecidas.
Un viaje, claramente muy largo y peligroso
Por lo tanto, estas fueron las razones, por las que 542 personas, componentes de 38 familias de Segusino y parte del norte de Italia decidieron, valientemente, aventurarse en un viaje muy largo y peligroso para esta época. Sin embargo, lograron llegar en México, al puerto de Veracruz, como resultado de un duradero viaje en barco. No obstante, aún les faltaba un duro recorrido hasta el altiplano central, donde finalmente les otorgaron la tierra prometida. Allí, en conclusión, empezaron la construcción de la colonia de migrantes italianos más grande de México.
Nació Chipilo, sin duda, el primer municipio mexicano fundado por italianos
A partir del 2 de octubre del 1882 fundaron el pueblo mexicano, seguramente, más italiano de todo México. Antes que todo, los recién llegados se organizaron en cuadrillas para construir casas, caminos, puentes, así como la primera iglesia y siguieron con la primera fragua, con la primera carpintería y finalmente con la primera escuela. Edificaron todo de cero en puro estilo italiano, dieron una estructura urbana, totalmente innovadora y diferente de la clásica mexicana.
Normalmente, la estructura urbanística de latino-américa se diferencia por una plaza de armas en el centro de la ciudad. Esta división representa el mayor poder del estado y de la iglesia sobra el pueblo. La estructura urbanística italiana, al contrario, ponen en la parte central de las ciudades tanto el público, como el privado. Para demostrar que ambas partes tienen la misma importancia.
Las primeras actividades comerciales
Primero, empezaron su actividad laboral sembrando trigo y frijoles, pero con estos cultivos no tuvieron un gran éxito. Sin embargo, no se rindieron y buscaron nuevas oportunidades, así que decidieron intentar con la ganadería, lo cual les resultó. Producían y comerciaban carne y leche, así como elaboraban embutidos, queso y mantequilla.
Definitivamente, con esta actividad prosperaron y ganaron mucho. La venta de estos productos, les permitió agrandar los establos, así como mejorar la calidad de vida del pueblo. Como resultado, vivieron tranquilos y felices con el comercio de la ganadería, trabajando duro, casándose con la población autóctona e integrándose con la comunidad indígena. Finalmente, empezaron a sentirse como en casa, tanto que dieron nombres Italianos a los montes que se encontraban cerca de la ciudad, como por ejemplo el Monte Grappa.
Chipilo y el problema sísmico
A pesar de esa vida feliz, han sufrido diversos problemas, sobre todo porque esta zona es característicamente sísmica y los temblores son de fuerte intensidad. No obstante estas dificultades, los itálicos nunca se rindieron, por el contrario se adaptaron e intentaron, con el apoyo del gobierno mexicano, solucionar el problema poniendo reglas muy estrictas por la edificación. Todavía el último temblor del 2017 dañó la histórica iglesia de la Inmaculada Concepción.
Modernizaron y ampliaron los comercios de sus ancestros
Hoy por hoy, sin duda alguna, Chipilo es famoso por sus productos lácteos, porque son reconocidos en todo el país. Los productos de Chipilo, en realidad, perdieron su manufactura manual, ya que, actualmente la producción es industrial, para poder satisfacer la alta demanda.
Todavía mantienen una alta calidad, así como la genuinidad y aún más el clásico sabor tradicional artesanal. Actualmente, en Chipilo se producen tanto quesos típicos italianos como Parmesano y Provolone, así como quesos de origen mexicano, especialmente Panela y Oaxaca. En los últimos tiempos han incluído hasta queso tipo americano.
Nunca perdieron su identidad
Desde 1982 el pueblo de Chipilo confirmó definitivamente su vínculo haciendo un pacto de hermandad con Segusino (Véneto, Italia). Municipio donde nacieron y crecieron la mayoría de los fundadores de este pequeño pueblo. Esta ciudad está fuertemente unida a su identidad italiana, sobre todo por su idioma, que jamás perdió.
Además, otro aspecto que exprime su conexión con Italia es su estructura urbanística.
Chipilo quiere que su idioma sea reconocido como oficial
La conservación del idioma nativo y su uso en grupo de migrantes, normalmente, es síntoma de exclusión desde el contexto sociocultural y económico. Absolutamente, esta teoría no aplica para los chipileños. Este poblado está totalmente integrado a nivel social, así como cultural y mucho más por lo que concierne el aspecto económico.
Los chipileños son, sin duda alguna, el fruto de un pequeño grupo de italianos, que se han fundido e integrado, definitivamente, con la población indígena. El resultado de esta unión, originó, por su puesto, este idioma único. Por esta razón, Chipilo está en la lucha para que se reconozca, finalmente, el idioma chipileño o itañol como lengua oficial. Así como fue para el dialecto náhuatl y otras lenguas autóctonas, como el tarahumara están pidiendo.
La lucha de Chipilo llegó a Italia
Esta lucha del pueblito, seguramente más italiano de todo México llegó hasta Italia. Con respecto a eso, el Presidente Ciambetti, ya en el 2015, planteó la situación en una reunión de la Región del Véneto. Sin embargo, no podemos permanecer insensibles al llamamiento lanzado por la comunidad veneciana de Chipilo, dijo el Presidente.
Piden, fuertemente, ayuda para el reconocimiento de su idioma como oficial y la protección además de su identidad y finalmente, de su cultura. El pueblo de Chipilo, muestra, sin duda, las características urbanas de la ciudad véneta. De igual forma el sistema rural y mucho más el sistema económico son típicos del Véneto. Su fuerte propensión a la cría, más la producción de embutidos y quesos, la rinden muy similar a un poblado véneto.
Un Véneto en miniatura en México
Concluyendo sobre la base de todo esto, se puede decir que Chipilo es una ciudad muy especial y particular por dos razones: primero, porque nació de la fusión y la integración de dos poblados: el véneto y el indígena autóctono. Segundo, porque fue proyectada y construida por italianos, por su estructura urbana totalmente diferente. Sin duda alguna, Chipilo es una pequeña joya, donde se habla un idioma único y da vida a una cultura, absolutamente única en México y en el mundo, porque es fruto de la unión y la mezcla de estas dos civilizaciones en lo específico. Un pequeño Véneto mexicano, que se mantiene vinculado con el municipio de Segusino en Treviso (una región del norte de Italia). Paralelamente, todavía sigue viviendo y creciendo en un contexto lingüístico y socioeconómico mexicano.
¿Cómo se resolverá esta lucha?
Hasta ahora, han estado interesados: el Consulado de Italia en México, la UNESCO y el Instituto para la Protección y la Defensa de las Culturas. En fin, ¿habrá suficiente y concreto interés de parte de las autoridades internacionales?. ¿Se podrán, definitivamente, tomar medidas para defender esta comunidad particular de habla véneto-castellano?.
¡¡Ojalá que sí!!. Por lo pronto, conociendo la tenacidad típica de la gente del Véneto, que originó esto pueblo, sin duda alguna no se rendirán así de fácil. En conclusión ¿cómo terminará esta lucha del pueblo más italiano de México?.
Autor de imagen de portada: Angelo Santoro
Muy interesante.